londres

Hipsters en primaveraHipsterland: La primavera ha llegado y con ella parecen haber proliferado las barbas que desde hace un par de años pueblan Londres y, sobre todo, el East End. En esta parte de la capital, hay más barbudos por metro cuadrado que en cualquier otro lugar de la ciudad y posiblemente del mundo. Ahora, se llevan cada vez más largas, lo que resulta curioso en una zona donde, por su mezcla cultural, también abundan las barbas musulmanas. Cuando empecé este blog (ver la primera entrada en esta sección), la moda era incipiente, pero actualmente es un fenómeno de masas. Nadie sabe hasta cuándo durará, aunque parece que los barbudos no tienen prisa por afeitarse…

ObradearteLondon Kids: una de las mejores cosas de Londres es que los museos y las galerías de arte son gratis. Esto significa que desde muy temprana edad los niños son «arrastrados» por sus padres a ver exposiciones de todo tipo, sea para introducirles al mundo artístico o simplemente para resguardarse de la lluvia que impide jugar en los parques. En cualquier caso, los niños londinenses crecen rodeados de arte, gracias también a que los museos fomentan su asistencia con actividades especialmente diseñadas para ellos, porque son las audiencias del futuro. La influencia del arte en los pequeños es maravillosa y sorprendente: el otro día al volver a casa me encontré esta «obra» en la pared, titulada, según la autora de 10 años, «Jarrón con rosas».

JamboreeJazz en el Jamboree: Aunque, en este mundo globalizado y digitalizado, cada vez sea más difícil «descubrir» lugares únicos y poco transitados, aún es posible. En Londres, en un oscuro patio de un barrio algo insalubre, se encuentra el Jamboree, un templo del jazz y la música en directo. En la imagen veis a «Arifa and her Celestial Beings» interpretando el más auténtico jazz tradicional o «trad jazz». Existe además en esta ciudad una corriente algo «underground» de personas que se visten y se mueven como en los años 20 o 30 del siglo pasado, y que aparecen en grupo en los clubs que ponen esa música «swing». Hay pocas salidas nocturnas tan agradables como tomarse una copa a ritmo de jazz y ver cómo bailan estos aficionados. ¡Id al Jamboree antes de que se ponga de moda!

Claridge'sTé de la tarde en Claridge’s: uno de los mejores inventos ingleses es el té con pastas de la tarde, y más si es de lujo como el que sirven en algunos hoteles de Londres. Aquí podéis vernos a mi amiga Natacha y a mí disfrutando de un excelente regalo de cumpleaños en Claridge’s: un champagne afternoon tea. Para empezar y ponernos a tono, una flauta de champán francés para dejar atrás las tribulaciones de la vida cotidiana. Después una selección de delicados sándwiches, desde los tradicionales de pepino, huevo o salmón ahumado al más moderno de pollo con crema de champiñones. A continuación, varias tazas de té con pastelitos diversos. Primero, los scones con mermelada y nata (ved la receta en la página principal de este blog), y luego, entre otras delicias, tartaleta de lima, torta de chocolate y bizcocho de caramelo y nueces. Íbamos decididas a meternos en el bolso lo que sobrara, en caso de que en el hotel se negaran a darnos un tupper… Pero no os sorprenderá que os diga que no hizo falta.

ZorroEl zorro: en Londres los zorros son tan comunes como las palomas o las ratas y, aunque más bonitos, son igual de carroñeros. Es tal la amenaza que para algunos suponen que el alcalde de Londres propuso en 2013 hacer una campaña para cazarlos y reducir así la población urbana. Por suerte, la idea no prosperó, y nosotros seguimos disfrutando de la compañía de una familia que vive en el jardín de enfrente. Este del cuadro es uno de ellos. Por la noche, desde la ventana, les vemos salir de su madriguera, solos o en pareja, en busca de comida. Bajo la luz amarillenta de la farola, se aprecian sus siluetas escurriéndose en la oscuridad y, cada tanto, se oyen los aullidos de cuando se pelean. Con su pelaje rojo y esos ojos astutos, ofrecen un espectáculo digno de verse. Desde luego, mucho mejor que las ratas o las palomas.

icecream99El 99: el denominado «99» (Ninety nine) es el helado británico por antonomasia y uno de mis favoritos, solo  comparable al gelato italiano. Se trata de un remolino de nata en un cono de galleta coronado por un palo de chocolate. Se puede completar con guarnición de todo tipo, desde frutos secos a chucherías o salsa de chocolate o caramelo. Los suelen vender en las puertas de los parques los heladeros en sus furgonetas, y en Victoria Park, en nuestro barrio, la larga cola que se forma marca cada año el inicio del verano. Pero ¡ojo!, no os dejéis engañar por el nombre: el 99 no cuesta unos meros 99 peniques, se acerca más bien a las dos libras…
AmapolaAmapolas en el ‘yarden’: uno de los momentos más esperados del año es cuando florecen las amapolas gigantes en nuestro patio trasero. Esta primavera solo han salido un par, suficiente para dar al yarden un toque exótico y tropical que invita a disfrutar del aire libre aunque el tiempo no siempre acompañe. Por la noche, si hace frío -lo que no es raro, incluso en verano-, nos envolvemos en mantas para observar el profundo cielo londinense, amparados por la habitual banda sonora de ambulancias y coches de policía. Al otro lado del muro, oímos pasearse a algún zorro, tan comunes en Londres como las ratas. En esta ciudad, más que jardín, uno tiene suerte si tiene un poco de patio con espacio para plantas (de ahí lo de yarden: yard+garden). Pero más que ese pedazo de tierra, lo que importa es el cielo que lo cubre: ese trozo de cielo también es tuyo.

Perros del East End: dicen que los perros y sus dueños acaban pareciéndose, así que tal vez por eso en ciertas zonas del East End de Londres abundan los ejemplares con pinta de malas pulgas. Aquí hay algunos identificados por Tim, ilustrador del blog.

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comidaindiaEl curry: el curry se considera uno de los platos nacionales del Reino Unido, importado de la India cuando era una colonia británica. Con su combinación de especias y picante, es tan popular que en 2008 el Gobierno tuvo que rediseñar su política de inmigración cuando las restricciones de entrada al país provocaron un déficit de chefs del subcontinente asiático.
Pasada la «crisis del curry», esta cocina goza hoy de excelente salud. «Curry» es un término acuñado por los británicos (y que no se usa en la India) para designar todo tipo de guisos indios, en que los principales ingredientes suelen ser la cúrcuma, semillas de cilantro o hinojo, el garam masala o el jengibre.
La mayoría de los restaurantes «indios» del Reino Unido están en realidad regentados por gente de Bangladesh, aunque hay algunos típicos del sur de la India, que suelen ser vegetarianos, y pakistaníes, con mucha carne adobada a la brasa.
En Londres, una de las calles con mayor concentración de restaurantes tradicionales de curry es Brick Lane, aunque también pueden comerse platos muy auténticos en Southall, al oeste de Londres, conocido como la pequeña India.
Últimamente, se ha inaugurado en la capital Dishoom, un local más moderno que emula las populares cafeterías de Mumbai, con deliciosa comida a buen precio.
Aparte de en Londres, hay una buena oferta de comida india en Manchester (norte de Inglaterra) y especialmente en Birmingham, la segunda ciudad del país, en cuyo famoso «Triángulo Balti» se concentran multitud de establecimientos que sirven, entre otras cosas, la gran invención indio-británica: el pollo «tikka masala».

George (Gilbert & George)Adivina quién llama a la puerta: cuando llamaron y abrí la puerta de casa el sábado por la mañana a la hora del desayuno, me encontré a un señor mayor elegantemente vestido con una bolsa de plástico verde en la mano.
Se me pasó por la cabeza que quizás fuera un vendedor de conexión telefónica -la última moda en ventas a domicilio-, aunque por la edad me pareció poco probable, o un anciano excéntrico del barrio, posiblemente afectado de Alzheimer, que tal vez se había extraviado.
Mi sorpresa aumentó cuando de la bolsa el caballero sacó una cámara con un gran teleobjetivo y me pidió permiso para fotografiar la alarma antirrobo que hay en la pared del patio de atrás, que hace años que no funciona pero tiene un curioso dibujo en forma de murciélago.
Viéndolo tan educado y con un rostro que no me era del todo desconocido, le dejé pasar, ante la sorpresa mayúscula de nuestros huéspedes de AirBnb -que estaban café y tostada en mano-, para quienes la inesperada visita acabó siendo una atracción más de la capital británica.
Al salir al patio, se fue aclarando el misterio. El señor, muy amable, me explicó que preparaba un proyecto artístico sobre alarmas con su pareja y que ambos eran artistas «bastantes famosos».
Mientras meditaba sobre el potencial artístico de las alarmas, caí en la cuenta. «¡Es George, de Gilbert & George!», grité, anonadada de tener en mi patio (bastante desordenado por cierto) a la mitad de una de las parejas artísticas más famosas del mundo.
Gilbert & George viven en Spitalfields y son conocidos por hacer de su vida el centro de su arte. Siempre van impecablemente vestidos y frecuentan los mismos restaurantes.
Aunque todavía no hay fecha, si vais a su próxima exposición y veis una alarma algo oxidada inusualmente adornada con lo que parece un murciélago, ya lo sabéis: es la mía.

operapubÓpera en en el pub: En Londres, todo es posible. Si no tienes presupuesto para ir a la ópera de Covent Garden o te apetece ver un montaje en la intimidad, una buena opción es asistir a una producción de la compañía independiente OperaUpClose, que escenifica originales adaptaciones en pubs. Su «teatro» de residencia es la parte trasera de The King’s Head en Islington, donde vimos esta producción de «La Traviata» que aparece en el dibujo. Acompañados de un grupo de aficionados bohemios y con una copa en la mano, la ópera  de Verdi cobró nueva vida. OperaUpClose se toma muy en serio lo que hace y su adaptación de «La Bohème» de Puccini ha ganado un Olivier, el premio teatral más prestigioso del Reino Unido.

ScooterMi nuevo patinete: Año nuevo, vida nueva. Para 2014, os recomiendo el patinete como forma alternativa de transporte. Me lo regalaron por el cumple y desde entonces lo utilizo siempre que puedo. Es ideal para las distancias medias, cuando el destino está demasiado lejos para ir andando y muy cerca para el autobús. Más práctico y ligero que la bici, el «scooter» tiene también la ventaja de ser superdivertido y transportarte directamente a tu más tierna infancia. En la foto podéis vernos a mi amiga Natacha y a mí patinando en plena noche en dirección al pub. Llegamos sanas y salvas y, lo que es más destacable en mi caso, ¡puntuales!.

EidLa fiesta de Eid: una de las cosas más bonitas de Londres es su mezcla de culturas, que te permite viajar sin salir de casa. Esta semana hemos tenido el privilegio de ser invitados a una celebración de Eid al-Adha, la principal festividad musulmana, equiparable a la Navidad de los cristianos. Entre amigos de Bangladesh, pudimos degustar deliciosos manjares como curries, arroces «byriani», «dal» o potaje de lentejas y dulces  hechos con leche, mientras que los niños se pusieron el típico «salwar kameez» del sudeste asiático para contribuir al toque festivo.

Eid Mubarak!

tennisTenis a la inglesa: ya os dije antes del verano que, tras mi incursión en el mundo del patinaje, tenía la intención de apuntarme a tenis. En algunos parques londinenses hay pistas públicas, y ayuntamientos como el de mi barrio ofrecen cursillos para los vecinos. Así que dicho y hecho: el sábado pasado debuté como la nueva Navratilova en potencia. Con mi vestuario deportivo (más adecuado para hacer yoga, pero pensé que era precipitado comprarme la faldita blanca), me dirigí a las pistas decidida a darlo todo, incluso dí una vueltita al parque para calentar. Cuando llegué me encontré con el entusiasta entrenador y cinco chicas más con pinta de haber visto Wimbledon al menos una vez (yo nunca). El coach nos dio las instrucciones y tachaaán, empezaron a caer las primeras gotas. Acordamos que, por un poco de llovizna, no íbamos a suspender la sesión, y empezamos a practicar el drive o golpe de derecha, que yo ejecuto con un gracioso saltito. Aquella lluvia iba a más, pero nosotras, inasequibles al desaliento, seguíamos persiguiendo la pelota. «¡Hasta es agradable un poco de agua!», comentaban mis colegas inglesas, con ese espíritu que solo los nativos tienen ante las inclemencias meteorológicas. Yo me sentía como en una película surrealista: seis mujeres intentan pegarle raquetazos a una bola, aparentemente ajenas al intenso diluvio, mientras el profesor se agacha para esquivar los golpes. Pero así es el tenis a la inglesa. Solo si nieva o hay un terremoto se suspende la sesión. Con todo, me parece un deporte más seguro que el patinaje, que he abandonado temporalmente hasta que me haya recuperado del último tortazo.

TigreEl tigre de Blake: En un lugar semisecreto de Londres, no muy lejos de la City (centro financiero), ha aparecido un temible tigre que observa a los transeúntes desde detrás de un frondoso árbol. El acechante felino, merodeador entre rascacielos, protagoniza un mural pintado por Tim Sanders (ilustrador de este blog) y Paul Skelding  en la pared de un bloque de viviendas de protección oficial. Los artistas, que contaron con la colaboración de los niños del bloque, se inspiraron en el poema «The Tyger» (1794) del poeta inglés William Blake, quien está enterrado en un cementerio cercano. Lo podéis encontrar en Quaker Court, Banner Street, London EC1Y 8QA.

«Tyger! Tyger! burning bright 
In the forests of the night, 
What immortal hand or eye 
Could frame thy fearful symmetry? (…)»

DalstonHouse

Dalston House (la foto del verano): una niña de seis años colgando alegremente del dintel de una puerta. Parece mentira, ¿no? ¡Lo es! Es solo una ilusión, creada en el barrio londinense de Dalston por el artista argentino Leandro Erlich, con una fachada de atrezzo y un espejo. Esta instalación ha estado abierta al público hasta hace poco y sin duda para muchos ha sido la foto del verano. Aunque ahora ya no puede verse, Dalston, el distrito de supermoda, bien merece una visita si os pasáis por Londres.

patinajePatinando voy… Pues sí, este año he decidido aprender a patinar, pues me parece que este deporte, junto con andar en bicicleta, debe ser lo más parecido a volar. Aunque hace años que el patinaje inline está moda, últimamente ha habido un estallido en Londres y cada vez hay más personas que van patinando al trabajo, recorren los parques el domingo o participan en salidas en grupo por el centro de la ciudad.
Yo me incluyo en la categoría de domingueros y, por supuesto, principiantes. Tras una incursión en solitario en el parque Victoria que me dejó medio lisiada, hace poco opté por apuntarme a un cursillo de tres horas que llevaba el gracioso y algo premonitorio título de «Patinar es guay: curso de choque de patinaje».  Chocar no choqué, pero sí me pegué dos espectaculares tortazos debido a que estaba siendo, según el profesor, «demasiado atrevida para mis habilidades». Eso sí, caí «con mucho estilo», me dijo para compensar. Puedo confirmar también que las múltiples protecciones en codos, rodillas y muñecas, aunque me hacen parecer una versión enloquecida del muñeco Michelin, funcionan. Tras aprender la técnica básica del paciente Lee, ya he empezado a practicar por mi cuenta en el parque de mi barrio. Básicamente, tengo dos estilos: el de orangután, avanzando a grandes zancadas con los brazos caídos, y el de hélice, con los brazos en rotación intentando mantener el equilibrio. Cualquier patinador os dirá que los comienzos son muy duros, así que no pierdo la esperanza de un día poder deslizarme sobre ruedas cuál avión a punto de despegar. Y si por alguna razón sospecháis que el deporte no es lo mío, os adelanto que no tiraré la toalla: en septiembre me apunto a tenis.

picnicEl picnic: con la llegada (por fin) del calor a Londres, proliferan en los parques de la ciudad los picnics, relajadas comidas al aire libre que suelen hacerse en pareja, en familia o con amigos.
Aunque se cree que la palabra tiene origen francés, no hay duda de que el picnic es toda una institución británica y una de las tradiciones más apreciadas y extendidas.
Desde la realeza hasta la ciudadanía común, en verano todos sacan la manta de cuadros para extenderla en algún lugar bucólico desde donde contemplar la naturaleza, jugar a los rounders (en equipos y con bate y pelota) o simplemente observar a la raza humana.
Por supuesto, en esto como en todo hay clases: los ricos llevan cestos de mimbre con juegos completos de vajilla y cubertería (pesan lo suyo, pero para eso están los criados), mientras que la plebe se conforma con acarrear sus pertenencias en bolsas de supermercado.
La comida del picnic suele ser fría -aperitivos, salchichas o pasteles salados y dulces- aunque últimamente se ha instalado la moda de la barbacoa. Para beber, cerveza o refrescos y hasta champán, según el nivel o la ocasión. El picnic, para el que es indispensable que haga buen tiempo, marca el inicio de la temporada veraniega y es el antídoto perfecto a las prisas de la gran ciudad. Ofrece la excusa perfecta para tumbarse a la bartola, llenarse el estómago y ver pasar el tiempo… o lo que sea.

jujumpLa historia de mi jersey: ¿Quién ha dicho que Londres es una ciudad inhóspita donde nadie se preocupa del vecino? Seguramente yo, alguna vez, pero no en esta ocasión. Esta es la historia de uno de mis jerséis favoritos, que extravié y recuperé cuando lo daba por perdido gracias a una desconocida.
Creo que perdí la pieza por la calle cuando enseñaba a montar en bici de dos ruedas a la peque. Se me debió caer, pero yo estaba convencida de que lo había dejado en casa, así que busqué y rebusqué infructuosamente por los cajones, detrás del sofá y en todos los bolsos. Me dolió la pérdida porque el jersey, amarillo pálido con cenefas brillantes, era un regalo y además de una marca que me encanta pero que, por razones presupuestarias, no me suelo comprar. Poco a poco, fui aceptando su ausencia, si bien con una inexplicable sensación de vacío interior. Hasta que Tim (mi media naranja y dibujante de este blog) tuvo la idea: «podemos poner un anuncio como los que cuelga la gente cuando pierde su mascota». Dicho y hecho: al día siguiente, colgamos en la puerta de casa y en la del patio el póster que veis más arriba. Pensé que, dado lo mono que era el jersey y lo tentador que le resultaría quedárselo a la persona que lo hubiera encontrado, merecía la pena ofrecer una recompensa. Infalible. Horas después, Tim (http://www.timonline.info) me enviaba un sms con la gran noticia: una vecina había devuelto el jersey. Esa misma tarde le llevé una botellita de buen vino. Nadie ha dicho que la solidaridad no necesite incentivos.

blogobagLos beigels: Los mejores beigels de Londres se encuentran en Brick Lane, una de las calles más interesantes, entretenidas y multiculturales de la ciudad. A lo largo de la historia,  Brick Lane ha acogido a numerosos inmigrantes, entre ellos irlandeses, judíos y ahora bengalíes. El legado de estos pueblos puede apreciarse en edificios -iglesias, sinagogas o mezquitas- y comercios,  como los restaurantes de comida india regentados por gente de Bangladesh que proliferan en la actualidad. Las dos tiendas de beigels que hay en la esquina con Bethnal Green Road son de los pocos indicios que quedan de la época en que el barrio fue refugio de hebreos que escapaban del nazismo. A juzgar por las colas que se forman, la más popular es Beigel Bake. Este local, que mantiene la estética original, es propiedad de un judío que se encarga de que estos deliciosos panecillos agujereados se hagan a la manera tradicional y estén siempre al punto. Si os pasáis, no dejéis de probar las especialidades de la casa: beigel relleno de queso crema y salmón ahumado o con salt beef y mostaza. De postre, pastel de queso, también herencia de los judíos que lo trajeron de Europa del Este. Y todo a precios tan baratos que no os lo vais a creer.

A mí la historia de los beigels me resulta fascinante, pues refleja los avatares de la diáspora judía. Si os interesa saber más sobre su procedencia,  aquí os copio un artículo que escribí hace algún tiempo (en el aparece esta tiendecita de Brick Lane).

El bagel, un panecillo agujereado que viajó del shtetl judío al espacio

Con el agujero de un donut y el sabor de un panecillo algo dulce, el «bagel» se ha popularizado en Europa y América en las últimas décadas y hasta ha llegado al espacio, aunque fueron los inmigrantes judíos quienes hace más de un siglo lo importaron de sus shtetl (barrios) de la Europa del Este.
Aunque se asocia principalmente a los asquenazíes (judíos que se asentaron en esa zona de Europa a comienzos del siglo X), que lo adoptaron para rituales funerales o como ofrenda en nacimientos, este pan de densa miga se creó en la cristiana Polonia en el siglo XVII.
Pero después se extendió a otros países de la zona y hasta Rusia, donde aún hoy se venden delicias similares.
Hay muchas versiones sobre los orígenes de este panecillo, pronunciado «béiguel», que suele ofrecerse relleno de salmón ahumado y queso cremoso.
Se dice, por ejemplo, que el primer «bagel» lo horneó en 1683 un panadero austríaco para agradecerle al rey Juan III Sobieski de Polonia que derrotara a los turcos otomanos.
Como el monarca era muy buen jinete, el artesano dio a la masa forma de estribo y la bautizó con ese nombre en austríaco, «beugel», aunque existen variaciones alemanas de la palabra con significados como «anillo» (´beigel´) o «brazalete» (´bugel´).
Sin embargo, otra teoría sostiene que nació en Cracovia mucho antes, como alternativa a un pan magro que se vendía por Cuaresma, y se ha documentado que ya en 1610 se ofrecían «beygls» (en Yiddish) a las parturientas.
En la Polonia de la época, al parecer los judíos se aficionaron a los «bagels» porque era un pan que se podía preparar con respeto al Sabbath: la masa se ultimaba antes del periodo de descanso semanal, cuando se dejaba descansar las preceptivas 12 horas para, una vez concluido el receso, proceder a hornearla.
«El ´bagel´ tiene un sabor único, no se puede comparar con el de un panecillo», dice convencido Sami, propietario de una emblemática panadería judía en un barrio del este de Londres.
Este pequeño empresario de origen israelí cree que su secreto es «el sabor ligeramente dulzón» y, más importante, el hecho de que la masa se hierve antes de ser cocida en el horno.
Sami es uno de tantos judíos que a lo largo de los siglos se han establecido en el East End londinense, y especialmente en el barrio multicultural de Brick Lane, hoy poblado sobre todo por bengalíes pero con muchos vestigios de un pasado en el que dominaron los hebreos de la Europa oriental.
En Brick Lane se encuentra la que se considera una de las tiendas de «bagels» (o «beigels», como escriben los locales) de inmigrantes judíos más antigua del mundo, que comenzó a operar a mediados del siglo XIX y en la que ya trabajó Sami, antes de montar su comercio justo al lado, convertido hoy en una institución abarrotada las 24 horas del día.
En la modesta tienda de Sami, se prepara la masa con harina de trigo, agua, sal, levadura y azúcar de malta; se divide en grandes pedazos que se amasan individualmente y se aplanan con un peso que a su vez la separa en porciones.
Cada una de estas pequeñas porciones se pasa por una máquina que las convierte en anillos, que se dejan reposar en unas bandejas antes de ser hervidos unos minutos y finalmente dorados en el horno.
La implantación del «bagel» en Norteamérica, donde gozan de una enorme popularidad, se aceleró con la invención en 1880 del queso cremoso y la llegada por esas fechas de miles de nuevos emigrantes judíos, sobre todo a Nueva York y Chicago, en EEUU, y a Montreal en Canadá.
Aparte del colectivo hebreo, el panecillo agujereado no llegó a la mayoría de la población estadounidense hasta bien entrados los años sesenta del siglo XX, cuando se inventaron máquinas de producción masiva y la versión congelada del producto.
Recientemente incluso llegó al espacio: en 2008, el astronauta judío-canadiense Gregory Chamitoff se llevó nada menos que dieciocho «bagels» (cubiertos de semillas de amapola) en una misión a la Estación Espacial Internacional.

RocaLos hermanos Roca: Esta semana hemos tenido en Londres un montón de noticias de alta cocina. El restaurante de Girona «El Celler de Can Roca», regentado por los hermanos Jordi, Josep i Joan (en la imagen), ha sido elegido el mejor del mundo por la revista británica «Restaurant», cuyos premios se consideran los Óscar de la gastronomía.
Los tres hermanos presentaron además su nuevo proyecto
gastronómico, «El Somni», una ópera culinaria en la que los
comensales degustarán originales platos acompañados de música e imágenes creados para la ocasión.
Uno de los selectos invitados al primer banquete, que tendrá lugar el 6 de mayo en Barcelona, será el chef catalán Ferran Adrià -elegido cinco veces mejor del mundo por «Restaurant»-, quien también ha estado en Londres para presentar una exposición en julio en el museo Somerset House sobre El Bulli y su legado creativo.
Y muy amigo de Adrià es el cocinero peruano Gastón Acurio (de
Astrid & Gastón, número 14 del mundo), con quien hizo el libro Edén.pe y la película «Perú sabe».
Acurio desveló que tiene previsto montar en Londres junto con Virgilio Martínez -otro gran chef del país andino- un restaurante con dos salas, una con comida tradicional peruana y otra donde los mejores chefs del país presentarán sus últimas invenciones.

Dereck

Dereck, el pescadero de Bethnal Green: por el dominio de los supermercados, escasea en Londres el pequeño comercio de calidad, sobre todo las pescaderías, lo que claramente dificulta el día a día de los, como yo, nacidos en el Mediterráneo. Por suerte, en el barrio de Bethnal Green tenemos a Dereck, un peculiar pescadero que planta su tenderete con frío, lluvia o nieve. Dereck vende los productos que más gustan a los ‘cockneys’ (residentes históricos del barrio), como los berberechos, el cangrejo y el congrio en gelatina (¡solo para paladares atrevidos!). También tiene una limitada selección de pescado, como raya, salmón, bacalao fresco o dorada, que compra en el mercado mayorista de Billingsgate.
En pleno invierno, es habitual encontrarle bien tapado con un gorro y caléntandose las entrañas con una lata de cerveza, saludando a unos y otros con sus gruñidos. Aunque es fiel a su clientela, siempre hay que estar atento para que no te dé gato por liebre, algo a lo que tiende tras tantos años de trabajo a la intemperie. Con todo, Dereck es un tipo simpático sin el que la vida en el barrio sería mucho más aburrida. Si os pasáis por aquí, le conoceréis por su bigote y la gaviota que siempre le hace compañía.

Pop upPop up restaurant: los restaurantes pop up son la última experiencia gastronómica en Londres. Se trata de establecimientos improvisados y temporales donde nuevos chefs o londinenses emprendedores ponen en práctica sus ideas culinarias.
Aunque se llamen «restaurantes», en realidad son más bien como banquetes improvisados en sitios atípicos, desde casas particulares o almacenes en desuso a fábricas vacías o hasta debajo de un puente. También se puede servir la comida desde furgonetas que cambian de ubicación, aunque esta sería la versión más callejera y menos sofisticada.
Los pop up restaurant ofrecen desde comida de batalla hasta menús de alta cocina, y son numerosos los chefs ahora famosos que empezaron su andadura con experimentos en sus hogares.
Aunque el movimiento empezó sobre el año 2000, este tipo de experiencia culinaria ha cobrado fuerza últimamente, quizás porque cada vez hay más gente interesada en poner a prueba sus habilidades en la cocina y de paso sacarse algún dinero.
Los restaurantes pop up pueden surgir con motivo de un festival, en un mercadillo o por ninguna razón en concreto, y normalmente se reserva mesa a través de internet y las redes sociales. Cualquiera con pasión por la cocina, iniciativa y capacidad de organización puede montar uno… ¿Te animarías tú?

Hipsters2Hipsters: ¿Quién no ha oído hablar de los hipsters? Son la gente que marca tendencia en Londres y Nueva York. Te los encuentras en las cafeterías más chic trabajando con su Mac (lo que hacen es un misterio) o dejándose ver en los mercadillos de moda. En Londres, estos simpáticos modernillos se concentran en el este, en los barrios de Dalston y Bethnal Green, y lo que hacen para ganarse la vida no importa, porque siempre te dirán que están metidos en algún proyecto artístico, escribiendo una novela, preparando algo para los medios de comunicación, filmando su propia película… ¡Y en algunos casos será verdad!
Ah, qué haríamos los que vivimos en el East End sin los hipsters, tan comprometidos con su look y con esa sorprendente imaginación para inventar la última moda. Lo último actualmente es, para ellos, un vestuario a lo escritor gentleman de los años 40, americana de tweed y pantalones estrechos en la pantorrilla, en general en tonos pardos. El peinado es corto de los lados y más largo en la parte de arriba, con un travieso flequillo (si es necesario, sobre gafas de pasta) y completado con una barba bien cuidada (el año pasado se llevaba el mostacho). Ellas se aferran al vintage y los labios rojos o a los hotpants, pantaloncitos cortos que se sobreponen a unas medias oscuras y manoletinas o sandalias de tacón. En los barrios de Dalston (en Hackney) y Bethnal Green -ambos pobres y con mucha inmigración-, los modernillos conviven con una numerosa población musulmana y con los ingleses de clase obrera arraigados desde hace generaciones (los cockneys), así como con los artistas bohemios que aún no han sido ahuyentados por los cada vez más altos precios de la vivienda.

38 comentarios en “

  1. Pingback: Los restaurantes ‘pop up’ | Loving Cakes

  2. Pingback: Conoce a Dereck, el pescadero… | Loving Cakes

  3. He empezado a seguirte hace poco y me gusta mucho leerte. Viví casi dos años en Inglaterra, aunque poco de ese tiempo en Londres. Hace 4 años que me mudé a Budapest, pero sigo llevando a Inglaterra en el corazón y visitando cuando hay oportunidad, así que me hace ilusión leerte.

    Saludos de expat a expat

  4. Pingback: Los increíbles hermanos Roca | Loving Cakes

  5. Realmente la información es divertida, me hubiera gustado ver a Dereck y fotografiarlo con la gaviota de marras, para mi próximo viaje intento no perdérmelo.
    El tema de pasteles, los brownies seguro que los intento.

  6. Pingback: Los mejores beigels de Londres | Loving Cakes

  7. Cuando estuve en Brick Lane vi dos establecimientos de «beigels» y pese a tu información era pronto para mi y no compré esta delícia, lo comi em Broadway Market pero no estaba su aspecto en consonáncia con su sabor, pero me he quedado con la situación de la tienda.

  8. Pingback: La historia de mi jersey | Loving Cakes

  9. Me encanta tu blog es muy dinàmico contagia entusiasme y da ganes de ponerse manos a la obra tanto en la cocina còmo coger el avion hacia Londres los dibujos son muy bonitos el conjunta muy ameno

  10. Pingback: La temporada del picnic | Loving Cakes

  11. Pingback: Patinando voy… | Loving Cakes

  12. Pingback: Dalston House (la foto del verano) | Loving Cakes

  13. Pingback: El tigre de Blake | Loving Cakes

  14. Me han encantado tus historias!! Hacía tiempo que no entraba y la verdad es que has trabajado mucho en tu blog! Y Tim también! Qué pasada de ilustraciones… me quedo con la de «Judith en plan Nancy patinadora». Un beso!

  15. Pingback: Tenis a la inglesa | Loving Cakes

  16. Como buena amante del clima mediterràneo no me imagino este deporte sin unos esplèndid os rayos de sol pero como bien dices si los nativos lo hacen tu tambien puedes ,,si lo superas ràpidamente a por la falda queda tan favorecedora.? Adelante quien la sigue la consigue besos

  17. Pingback: La fiesta de Eid | Loving Cakes

  18. Por lo que descrites debe ser una fiesta muy interesante , gracias por compartir tus experiencias que permiten ver que hay otras culturas y maneras de vivir ya que a veces con la rutina del dia a dia parece que solo exista la de uno ,bueno sentada en mi sofa puedo decir que he aprendido una cosa mas y esto me hace feliz . El dibujo muy bonito refleja muy bien la fiesta . Estaremos en contacto hasta la proxima

  19. Pingback: Mi nuevo patinete | Loving Cakes

  20. Me parece una idea excelente quizas tambien podria intentarlo teniendo en cuenta que tanto en distancias cortas como largas tambien suelo llegar tarde ademas si es divertido mejor que mejor ,solo hay un pequeno inconveniente estoy rondando los «60» crees que es adecuado.? De todas maneras me alegro que tu hayas soluciónado el tema de la impuntualidad. .Hasta pronto.

  21. Pingback: Ópera en el pub | Loving Cakes

  22. Me parece una idea estupenda una buena oportunidat para poder llegar a un publico que le guste este genero pero con menos posibilidades adquisitivas Londres como siempre ciudad dura pero viva .Los dibujos de Tim increïbles te hacen vivir la obra havies un buen tandem

  23. Pingback: Adivina quién llama a la puerta | Loving Cakes

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  26. TIM són buenisimos yo tambien pienso que los perros acaban pareciendose a sus dueños hace tiempo que fijandome por la calle me di cuenta que perro y dueño andaban igual tambien tengo un amigo que el y su perro tenian siempre las mismas enfermedades ahora me falta conocer alguno que tenga mala leche . Continuare observando

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  28. Realmente creo que tener un trozo de jardin en Londres es un lujazo y levantarte mirarlo y ver unas preciosas amapolas casi es un sueño despues el cielo los cambios de tiempo cenar con una manta etc forma parte del encanto de esta ciudad me alegro mucho de que tengais este privilegis .

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