Corazón de chocolate

Pastel corazónEste pastel empecé a hacerlo para aprovechar dos moldes de silicona en forma de corazón que me regalaron, y desde entonces lo rescato siempre que hay una celebración especial que lo merezca (ideal para San Valentín). Se trata de un ligero bizcocho de chocolate, relleno de nata y frambuesas y cubierto de apetitoso chocolate negro. No falla para conquistar a quienes lo prueban. En esta ocasión, las peques y yo mezclamos el doble de masa para poder hacer también varios corazones pequeños que cortamos con unos cortagalletas.

 

 

Ingredientes:

Para el bizcocho:

150 ml leche
1 cucharada sopera de mantequilla
1 cucharada sopera de extracto de vainilla
3 huevos
200 g de azúcar fino
175 g de harina
3 cucharadas soperas de cacao
1 cucharadita de bicarbonato

Para el relleno:

125 ml de nata para montar
125 g de frambuesas

Para la cobertura de chocolate:

150 ml de nata para montar (con un mucho contenido en materia grasa)
150 g chocolate negro (70 %)
1 cucharada sopera de sirope de caña de azúcar
125 g de frambuesas

Método:

– Empezando con el bizcocho, calentar la leche y la mantequilla en un cazo a fuego medio hasta que la mantequilla se haya fundido. Añadir la vainilla y revolver.

– En un cuenco, batir los huevos con el azúcar hasta que estén espumosos y, en otro bol, combinar la harina, el cacao y el bicarbonato.

– Verter la leche y la mantequilla en el cuenco con los huevos y el azúcar, y batirlo todo hasta que esté bien combinado. Agregar la harina con el cacao y bicarbonato tamizados y mezclar con una cuchara metálica, hasta que todos los ingredientes estén incorporados.

– Engrasar con mantequilla dos moldes en forma de corazón, de unos 23 cm. Si son de silicona no hace falta poner papel de horno en la base. Repartir entre los dos moldes la masa del bizcocho.

– Calentar el horno hasta 170ºC. Cuando llegue a esta temperatura, hornear los dos bizcochos en sus moldes durante unos 20 minutos. Cuando estén hechos (meter un palillo para comprobar, debe salir seco), dejar enfriar unos 10 minutos dentro de los mismos moldes y luego sacarlos y ponerlos a enfriar encima de una rejilla. Veréis que los dos bizcochos son bastante finos.

– Para hacer el relleno, montar la nata, añadir las frambuesas y aplastarlas con un tenedor, para que quede una combinación rosácea y se vea la nata con trocitos de frambuesa. Poner el relleno sobre una de las mitades del pastel y cubrirlo con la otra.

– Para la cobertura, poner en un cazo la nata líquida para montar, el chocolate cortado a trozos y el sirope, y calentar a fuego lento hasta que el chocolate esté casi derretido. Sacarlo entonces del fuego y mezclarlo todo bien con unas varillas, hasta obtener una mezcla fina y brillante. Verter esta mezcla sobre el pastel y repartirla por la superficie y los lados con una espátula, hasta que quede todo bien cubierto. Decorar el pastel con el resto de las frambuesas.

Temporada de mermelada

mermeladasLa temporada para hacer mermelada de naranjas amargas -o «marmalade», en inglés- es ahora en febrero, así que este fin de semana me he puesto manos a la obra a fin de tener reservas para todo el año. Lo que veis en la foto es «Mermelada de naranjas de Sevillla al whisky», una variación que permite empezar el día con aún más alegría (tenéis la receta más abajo en este blog). En el Reino Unido, algunos supermercados venden en esta época naranjas amargas especialmente traídas de la capital andaluza, que normalmente se tiran pero que a los británicos les encantan en confitura.

Una curiosidad: en inglés, solo se llama mermelada («marmalade») a la que se hace con naranjas. Las conservas hechas con cualquier otro tipo de fruta se conocen como «jam», o confitura.

 

 

Mermelada de fresa

StrawberryjamHe hecho mermelada de fresa por primera vez y me ha gustado tanto que tengo previsto repetir lo antes posible. Aunque en las tiendas se puede encontrar mermelada de gran calidad, la hecha en casa tiene un sabor particularmente fresco, que alegra las tostadas del desayuno. En casa tenemos a menudo huéspedes y esta se está convirtiendo en su confitura favorita. Si bien la receta es muy sencilla y rápida, debo confesar que cometí un error por querer tomar un atajo (más abajo os lo explico). Pese a ello, el sabor quedó al punto.

Ingredientes (suficiente para cuatro tarros de 200 ml o más si son más pequeños):

– 2 kg de fresas maduras más bien pequeñas (tienen que estar maduras pero no tocadas)
– 1,8 kg azúcar especial para mermeladas (contiene pectina, para que cuaje)
– zumo de dos limones

Método:

– Quitar los tallos a las fresas (descartando las podridas o tocadas) y apartar diez de tamaño similar (pequeñas) y buena forma. Aplastar el resto como si hiciéramos puré (pero que queden trocitos).

– Depositar las fresas aplastadas en una olla grande de base sólida, añadir el azúcar y el zumo de limón. Llevarlo todo al punto de ebullición. Añadir entonces las fresas enteras. Si no tenéis termómetro de hacer conservas (no suelen ser muy caros), en este punto poner un par de platitos de café en el congelador (es necesario para comprobar después que la mermelada está hecha).

– Hervir la mermelada durante unos 15 minutos, revolviendo a menudo. Durante los últimos cinco minutos, ir comprobando cada minuto más o menos si se ha alcanzado el punto de cuajo. Cómo hacerlo: si tenéis un termómetro, allí os lo marcará. Si no, tendréis que coger el platito del congelador (a veces se necesita más de un intento, o sea varios platitos), poner una cucharadita de mermelada y volver a meterlo en el congelador un minuto para que se enfríe. Sacar el plato y presionar la mermelada con el dedo. Si empiezan a formarse unas arruguitas (como si la mermelada se encogiera), es que está hecha.

– La mermelada de fresa debería estar lista en no más de 15 minutos. Pasado ese tiempo, retirarla del fuego y con una cuchara revolver con cuidado para mezclar los residuos blancos o rosados que habrán quedado en la superficie (o quitarlos con una espumadera).

– Repartir la mermelada en tarros esterilizados. Ya veréis que aunque parezca bastante líquida, se solidificará (aunque la mermelada de fresa no es tan espesa como otras). Para esterilizar: tomar tarros de mermelada vacíos, lavarlos con agua caliente y jabón y secarlos. Precalentar el horno a 160ºC y poner los tarros 5 minutos a esa temperatura. Sacarlos, y cuando aún estén calientes, distribuir la mermelada.

Es posible que la primera vez que la hagáis no os quede al punto, en cuyo caso ¡hay que volver a intentarlo!

Lo que me pasó: me apetecía mucho hacer esta mermelada de fresas, pero solo tenía un paquete de azúcar con pectina. Pensé que si lo mezclaba con azúcar normal, no se notaría la diferencia. Pero sí. El azúcar convencional no consigue el mismo nivel de cuajo. El resultado fue una mermelada deliciosa, pero un pelín líquida.

 Otra cosa: con las recetas de mermelada, hay que adaptar el azúcar al gusto. Yo acostumbro a probar un poco al principio del proceso y si me parece que no está suficientemente dulce (pues esto depende de la fruta), añado un poco más.

Tarta de manzana y pasas

Pastel de manzana y pasasEsta es una receta de inspiración alemana que suele gustar mucho y te permite aprovechar esas manzanas que llevan días en el bol sin que nadie se decida a comerlas. Aunque es mejor hacerla con manzanas de cocinar (grandes, de piel verde y menos dulces), también queda bien con otras variedades, si bien la fruta resulta algo más dura. Esta tarta es deliciosa para merendar con un té o un café, pero también se puede comer caliente de postre con un poco de nata montada o helado de vainilla.

Ingredientes:

100 g de mantequilla sin sal
100 g de azúcar
200 g de harina leudante
1 huevo grande
500 g de manzanas, peladas, sin semillas y cortadas en láminas
55 g pasas
1 cucharadita de canela molida
55 g de azúcar moreno de caña grueso (tipo Demerara)

Método:

– Engrasar con mantequilla un molde redondo de base desmontable de unos 18 cm de diámetro.

– Fundir la mantequilla en un cazo. Transferir a un bol grande y añadir el azúcar normal (no el grueso), la harina, el huevo y un pellizco de sal. Mezclarlo todo hasta obtener una masa espesa.

– Depositar dos tercios de la masa en la base del molde, presionando suavemente con los dedos para cubrir toda la superficie (esta masa es bastante rígida).

– En otro cuenco, mezclar la manzana con las pasas, la canela y el azúcar moreno grueso. Añadir esto al molde y presionar ligeramente para que quede bien repartido.

– Colocar la masa sobrante encima de la fruta. Como es rígida, hay que ir cogiendo pedazos y distribuirlos lo mejor posible. Presionar un poco para aplanar. No importa que queden huecos, el resultado es apetitosamente rústico.

– Precalentar el horno a 180ºC. Cuanto esté a esa temperatura, meter la tarta y dejarla hornear durante unos 50 minutos. Cuando hayan pasado unos 40 minutos, si veis que se está dorando demasiado, taparla con papel de aluminio (sin apretar). Para comprobar que la tarta está hecha, pinchar con un palillo, y si sale con masa cruda, dejarla unos 5 o 10 minutos más.

– Dejar enfriar la tarta en el molde durante unos 20 minutos y después desmoldar con cuidado. Servir, fría o caliente.

‘Muffins’ de naranja e higos

01 Muffins naranja e higosEsta es una receta ideal para hacer cuando es temporada de higos. Son unas magdalenas muy originales, con un sabor exquisito y preciosa apariencia. Para mejorar la presentación, haced vosotros mismos las bases de papel. Para ello, coged papel de horno y recortad cuadrados de aproximadamente 12 x 12 cm. Estos cuadrados se ponen en cada uno de los agujeros del molde para hacer muffins. El número de pastelitos que os saldrá dependerá de cuánto llenéis cada cavidad, en principio entre 8 y 10. Si os apetece, servidlas con té o café.

Ingredientes:

175 g mantequilla, a temperatura ambiente
175 g azúcar fino
4 huevos, batidos
175 g harina leudante
raspadura y zumo de una naranja
200 g higos frescos (quitadles el rabito y los cortáis a trozos), más otro higo entero
2 cucharadas de miel clara

Método:

– En un bol grande, batir la mantequilla con el azúcar (se puede hacer con la batidora eléctrica), hasta formar una mezcla ligera y de color pálido, con una textura como de pomada.

– Añadir los huevos poco a poco e ir batiendo. Si se os hacen grumos, podéis añadir una cucharada de harina para disolverlos, aunque no importa mucho. Agregar y mezclar con una cuchara la harina restante así como la raspadura de la naranja. Añadir los trozos de higo y revolver con cuidado para que queden bien distribuidos.

– Repartir la masa entre los agujeros del molde de magdalenas que hemos forrado con nuestros tulipanes de papel. Cortar el higo entero que nos queda en finas cuñas o segmentos y depositar un segmento sobre cada uno de los muffins.

– Precalentar el horno a 180ºC. Hornear las magdalenas durante unos 35-40 minutos (comprobad a los 35 minutos), hasta que estén doradas y un palillo insertado en el centro salga limpio (y no con masa aún líquida enganchada).

– Mientras tanto, calentar el zumo de naranja con la miel y mezclar bien. Cuando las magdalenas estén hechas, repartir cucharadas del zumo con la miel sobre cada una de ellas. Dejad enfriar estos muffins en el mismo molde durante unos 20 minutos, antes de ponerlos sobre una rejilla para que acaben de enfriarse. Si los guardáis en una lata bien cerrada, os durarán varios días.

¿Sabías qué…? En esta receta, por «magdalena» entendemos el muffin americano, es decir, una magdalena gigante. No se debe confundir con la más delicada madeleine francesa. Los moldes para hacer muffins suelen tener doce agujeros de unos 2,5 cm o más de profundidad.

Mermelada de naranjas amargas

Mermelada naranjaLos británicos la llaman Mermelada de naranjas de Sevilla (Seville orange marmalade), pues la fruta que se utiliza para hacer esta original confitura procede de los naranjos de la ciudad española. No es la fruta dulce que solemos comer, sino una variedad amarga que en España se tira y a la que los británicos se aficionaron durante la llamada Guerra Peninsular, a principios del siglo XIX (también descubrieron entonces el sherry o vino de Jerez). Ésta es la mermelada preferida en el Reino Unido y, en mi opinión, una joya en el mundo de las conservas. Por su sabor único y fascinante color ámbar, hace tiempo que quería hacerla y este año por fin me decidí. Tras un fracaso estrepitoso (abajo os lo cuento), a la segunda me salió (y está buenísima). En la foto podéis ver unos crumpets ingleses con mantequilla salada y mermelada de naranjas amargas.

Ingredientes:

1 kg de naranjas amargas de Sevilla
75 ml zumo de limón
2,2 kg azúcar demerara (moreno)

Método:

– Lavar las naranjas, quitar el rabito verde de arriba y cortarlas por la mitad. Exprimir el jugo y reservarlo.

– Con una cuchara, extraer las pepitas y los restos de la piel interior blanca y ponerlos en un cuadrado de tela de muselina (una tela transpirable), que ataréis con un cordel como si fuera un paquetito (de ahí saldrá la pectina que hará que la mermelada cuaje). Con un cuchillo afilado, cortar ahora la piel de las naranjas en tiritas más finas o más gruesas, a vuestro gusto. La gracia de esta mermelada es que se encuentran trocitos de piel.

– Poner los trozos de piel y el paquete con las pepitas en un bol grande junto con el zumo de las naranjas. Añadir 2,5 litros de agua y dejar reposar toda la noche o hasta 24 horas. Esto se hace para que la piel se ablande un poco.

– Ponerlo todo en una gran olla donde haremos la mermelada. LLevarlo al punto de ebullición y después bajar el fuego para que hierva suavemente, parcialmente cubierto y revolviendo de vez en cuando, durante unas 2 o 2,15 horas, hasta que la piel de las naranjas esté bastante ablandada. El contenido de la olla se habrá reducido aproximadamente un tercio. Tras este proceso, sacar el paquete con las pepitas, no sin antes escurrirlo (con las manos o con unas pinzas) para extraer el liquido espeso que se desprende.

– Ahora, añadir el azúcar y el zumo de limón a la olla y revolverlo todo a fuego suave hasta que el azúcar se haya disuelto. Después subir el fuego y hacer que hierva a fuego fuerte. El contenido de la olla deberá hervir así, muy fuerte, hasta que la mermelada llegue al punto de cuajo, unos 20 o 25 minutos. Si tenéis un termómetro de cocina, éste deberá marcar unos 104ºC. Si no tenéis, tendréis que hacerlo a ojo, con este par de trucos:

1- poned un par de platitos en el congelador. Cuando creáis que la mermelada está lista (que ha llegado al punto de coagulación), depositar una cucharada en uno de los platitos fríos. Al cabo de unos segundos, al enfriarse un poco, el líquido de la mermelada debe convertirse en una especie de ligera gelatina, que suele arrugarse al tocarla con el dedo.

2- Guiaros también por el aspecto de la mermelada: cuando está hirviendo en la olla, coger una cucharada y dejarla caer de nuevo, la textura debe ser la de un líquido espeso, tipo jarabe*. Cuidado que no os llegue al punto de caramelo (más espeso y más oscuro).

– Cuando la mermelada esté a punto, sacarla del fuego y dejarla enfriar unos 10 minutos, tras lo cual tenéis que revolver con cuidado para dispersar la espuma blanca que se forma.

– Mientras la mermelada se está enfriando, esterilizar los tarros (yo los voy acumulando de otros productos comprados en el supermercado): lavar los tarros con agua caliente y jabón y secarlos bien. Precalentar el horno a unos 160ºC y poner los tarros limpios durante 5 minutos. Sacadlos del horno y dejadlos enfriar solo un poco.

– Cuando los tarros están más templados, repartir en ellos la mermelada hasta casi el borde y cerrarlos bien. Ya tenéis la mermelada, guardarla en un lugar fresco y seco y debería conservarse durante al menos un año (y más).

*El desastre naranja: Os decía que la primera vez que intenté hacer esta mermelada, hace un par de semanas, fue un total y absoluto desastre. El problema fue que no estaba segura de si había alcanzado el punto de cuajo (no tenía termómetro) y dejé hervir a fuego fuerte la mermelada hasta que el contenido de la olla se convirtió en un caramelo gigante, con la cuchara de madera clavada en medio. Tim me vio tan desesperada que me ayudó a lavar los cacharros, ¡y os aseguro que no era tarea fácil!

La siguiente semana lo volví a intentar: esta vez me compré un termómetro (unas 9 libras) y con esa referencia y el truco del platito, acerté en el punto de cuajo. Esta vez aparté la mermelada del fuego en el momento justo y todo salió bien. Alcanzar ese punto es la clave del éxito de hacer esta conserva, y no debería llevaros más de 20 o 25 minutos de ebullición. ¡Buena suerte!

‘Cake’ de prunas y dátiles

Prune and date cakeEste es un pastel de estilo muy inglés que se hace en molde alargado y que, bien conservado en un recipiente hermético, dura mucho e incluso mejora con el tiempo. La receta es de Delia Smith, una de las primeras cocineras televisivas del Reino Unido y aún referencia indispensable en el panorama culinario. Los británicos tienen una larga tradición de elaborar pasteles con frutas secas o en conserva y este es un perfecto ejemplo, con una particularidad que, en mi opinión, lo hace especialmente delicioso: el uso de leche condensada. Jugoso, tierno y caramelizado, os recomiendo este ‘cake’ para la merienda, incluso si habitualmente no os entusiasma la fruta.

Ingredientes:

175 g de prunas (ciruelas secas) sin hueso, cortadas a trozos
225 g de dátiles sin hueso, cortados a trozos
110 g pasas
110 g grosellas secas
275 g de mantequilla
400 g de leche condensada
150 g harina
150 g harina integral
un pellizco de sal
3/4 de cucharada de bicarbonato
1 cucharada de mermelada de naranja (opcional)
2 cucharadas de mermelada de albaricoque (para el acabado)

Método:

– Poner toda la fruta en una olla más bien grande. Añadir la mantequilla, la leche condensada y 275 ml de agua. Llevarlo hasta la ebullición revolviendo a menudo con una cuchara de madera para que la mezcla no se pegue. Cuando hierva, bajar el fuego y dejarlo cocer todo a fuego lento unos 3 minutos, revolviendo de vez en cuando.

– Transferir la mezcla a un bol grande y dejarla enfriar durante una media hora. Mientras se enfría, en otro cuenco tamizar las harinas con la sal y el bicarbonato.

– Cuando la combinación de frutas se haya enfriado, incorporar la harina, sal y el bicarbonato y revolver bien -mejor con una cuchara grande de metal-. Agregar la mermelada y volver a revolver.

– Untar con mantequilla y forrar con papel de horno la base de un molde alargado con capacidad para unos 900 g. Con una cuchara, verter y repartir bien la masa. Para evitar que se tueste demasiado al hornearla, cubrir la parte de arriba con una doble capa de papel de horno, con un agujero del tamaño de una moneda en el medio.

– Precalentar el horno a 170ºC. Cuando alcance esta temperatura, meter el molde con el pastel, cubierto con el papel de horno, en el estante del medio y cocer de 1,50 h a 2 horas (o incluso algo más, dependiendo del horno). De todas formas, cuando haya pasado una hora y 50 minutos, comprobar si el cake está hecho: si se pincha con un palillo, este debe salir seco, mientras que el centro del pastel debe «rebotar» si se presiona con el dedo.

– Una vez fuera del horno, dejarlo enfriar en el mismo molde durante unos 10 minutos. Después, desmoldarlo (pelando la base de papel de horno) y depositarlo encima de una rejilla para que se airee por arriba y por abajo.

– Cuando el pastel esté frío, calentar con cuidado la mermelada de albaricoque en un cazo pequeño con una cucharada de agua, hasta que quede bastante líquida. Si queréis, colarla en un colador para descartar los trozos de fruta. Con una brocha, pintar el pastel con la mermelada para que quede brillante y apetitoso. Listo para servir con un té o un café.

¿Sabías que…? En español, solemos llamar a los pasteles de fruta típicos ingleses plum cake, aunque en realidad plum solo significa ciruela. Un nombre general más apropiado sería fruit cake (pastel de fruta).

Sobre Delia Smith: pese a la competencia de chefs más jóvenes y dinámicos, Delia Smith, de 72 años y con aspecto de ama de casa práctica y sensata, continúa siendo la cocinera televisiva británica que más libros ha vendido, con más de 21 millones de copias. Además de sus volúmenes de recetas  y de sus series para la televisión, Delia es famosa por ser accionista del club de fútbol Norwich City FC.

Happy Xmas!

Almond mince piesEn Navidad en el Reino Unido, no pueden faltar las ‘mince pies’, unos tradicionales pastelitos rellenos de una deliciosa confitura de frutos secos. Este año las he hecho «de lujo», cubiertas de pasta de almendra, y nos las comeremos en familia en las Midlands o región central de Inglaterra. Desde la tierra de la lluvia y el pavo navideño, os deseamos a todos Felices Fiestas y un Próspero Año Nuevo, lleno de salud, trabajo y mucha diversión. Merry Xmas… and a Happy New Year!

Pastel de ciruelas y almendra

Pastel ciruelaEste pastel, de un estilo muy inglés, es sorprendentemente delicioso, pues la ligera acidez de las ciruelas combina de maravilla con la almendra. Recién hecho, a temperatura ambiente, está buenísimo, pero tambien se conserva muy bien guardado en una lata y envuelto en papel de horno. Ideal para el té de las cinco.

 

Ingredientes:

150 g de harina leudante (con levadura incorporada)
100 g almendras molidas
175 g mantequilla cortada a cubos, a temperatura ambiente
150 g azúcar moreno molido (o normal)
3 huevos
1 cucharadita de extracto de almendra (opcional)
300 g de ciruelas, sin el hueso y cortadas a trozos.

Para la cobertura:

6 cucharadas soperas de confitura de ciruelas
almendras laminadas tostadas

Método:

– Prepara un molde alargado de 900 gramos: lo untas con mantequilla y cubres la base con papel de horno.

– Mezcla el azúcar y la mantequilla hasta obtener una textura de pomada (se puede hacer con la batidora o con cuchara de madera). Añade los huevos y el extracto de almendra y bate bien. No te preocupes si el huevo hace grumos. Si quieres puedes añadir un poquito de la harina para disolverlos.

– Incorpora la harina y la almendra molida y mézclalo bien con una cuchara de madera. Agrega las ciruelas troceadas y revuelve con cuidado para que queden bien repartidas.

– Precalienta el horno a 160ºC. Pon la masa en el molde que has preparado, bien distribuida, y hornea durante una hora y cuarto u hora y media. Cubre el pastel con papel de aluminio hacia el final si ves que se te tuesta demasiado. Comprueba que esté hecho con un palillo: debe salir seco.

– Déjalo en el molde hasta que se enfríe un poco y después lo sacas y lo poner a enfriar del todo sobre una rejilla, para que circule el aire por arriba y por abajo.

– Antes de servir este plum cake, le pones el delicioso toque final: calienta la mermelada de ciruela en un cazo y cuélala para eliminar grumos. Con una brocha, reparte la confitura generosamente sobre la parte de arriba del pastel. Esparce las almendras tostadas por encima.

Lo dicho: este pastel es increíble., mucho más de lo que parecería a primera vista.

‘Crumble’ de ruibarbo

crumbleruibarboEste debe ser con diferencia uno de los mejores postres del mundo. Es absolutamente suculento y muy británico, hasta el punto de que seguramente la mayoría de vosotros no habréis oído jamás hablar del «ruibarbo». ruibarboplantaSe trata de una planta cuyos tallos, parecidos al apio, se comen en compota, mermelada o como relleno de varios dulces. Aunque no es nativa del Reino Unido, los británicos la adoran. Yo también. Si podéis conseguir los ingredientes, la receta no es difícil. Por otra parte, también podéis sustituir el ruibarbo por manzana, otro crumble muy popular.

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Ingredientes:

1 kg de ruibarbo, cortado en trozos de 1 cm
60 g de mantequilla
60 g de azúcar
1,5 cucharadas soperas de maizena
1 cucharada sopera de extracto de vainilla

Para el crumble de la cobertura:

200 g de harina
1 cucharadita de café colmada de levadura (tipo Royal)
150 g de mantequilla, fría y en dados
3 cucharadas soperas colmadas de azúcar
3 cucharadas soperas colmadas de azúcar moreno más grueso

Método:

Yo hago este crumble en una fuente redonda de pyrex de unos 23 cm de diámetro y una profundidad de unos 4 cm. Todavía mejor, pues queda más elegante, si tenéis una de cerámica.

– Saltear sobre fuego medio el ruibarbo con la mantequilla, la maizena, la vainilla y los 60 g de azúcar en una olla grande durante unos 5-8 minutos, hasta que la mantequilla se haya derretido y se haya formado una especie de sirope (el ruibarbo debe estar aún duro).

– Verted este relleno en el recipiente escogido y espolvorear bastante azúcar por encima. El ruibarbo necesita endulzarse pues es ácido.

– Ahora, poner la harina tamizada y la levadura en un cuenco grande y echar los dados de mantequilla. Mezclar con las puntas de los dedos hasta obtener una textura parecida al serrín (aunque habrá gránulos más gordos). Esta acción de desmenuzar o desmigar es lo que en inglés significa crumble. Agregar los dos tipos de azúcar y mezclar con un tenedor.

– Esparcir el crumble sobre el ruibarbo depositado en la fuente hasta cubrirlo todo. Se puede aplanar un poco con una cuchara.

– Pre-calentar el horno a 190ºC. Cuando esté a esa temperatura, introducir el recipiente del crumble de ruibarbo con una bandeja debajo, por si se vierte algo del líquido. Hornear durante unos 35-40 minutos, hasta que la cobertura de crumble esté dorada y el ruibarbo del relleno cocido (se habrá transformado casi en una compota). Servir templado acompañado de nata líquida y disfrutadlo.

¿Sabías que…? Al igual que el Pastel de limón y polenta, esta receta, aunque un poco adaptada, es de la autora británica Nigella Lawson. Para que estéis al día: desde que os hablé de ella por última vez, se ha divorciado de su marido, el famoso publicista Charles Saatchi. Cotilleos aparte, su crumble es imbatible.