Mermelada de fresa recién hecha

Tarros mermelada fresaAcabo de hacer con mi hermana esta deliciosa mermelada de fresa. Ahora es la mejor época, pues esta apetecible fruta está en su punto. Con azúcar y un poco de limón, esta mermelada se hace en un momento y, si la guardáis en tarros esterilizados, os durará todo el año. Buscad mi infalible receta en el blog!

Temporada de mermelada

mermeladasLa temporada para hacer mermelada de naranjas amargas -o «marmalade», en inglés- es ahora en febrero, así que este fin de semana me he puesto manos a la obra a fin de tener reservas para todo el año. Lo que veis en la foto es «Mermelada de naranjas de Sevillla al whisky», una variación que permite empezar el día con aún más alegría (tenéis la receta más abajo en este blog). En el Reino Unido, algunos supermercados venden en esta época naranjas amargas especialmente traídas de la capital andaluza, que normalmente se tiran pero que a los británicos les encantan en confitura.

Una curiosidad: en inglés, solo se llama mermelada («marmalade») a la que se hace con naranjas. Las conservas hechas con cualquier otro tipo de fruta se conocen como «jam», o confitura.

 

 

Donuts

DonutsHace poco hice un cursillo de hacer pan y también nos enseñaron a elaborar estos donuts, que pueden rellenarse de mermeladas de todos los sabores o de crema de cacao o Nocilla. Son relativamente fáciles de preparar si bien un poco laboriosos, pero merece la pena, pues el resultado es excelente, salen un montón y, si no se comen de una vez, se pueden congelar.
Esta es una de esas recetas que me atreví a hacer con las niñas, y funcionó muy bien: ellas rellenaron los donuts (con resultados variados) y los rebozaron con azúcar. Como veis, estos doughnuts no tienen agujero, son como un buñuelo.

Ingredientes (salen unos 30):

15 g de levadura natural (no química) seca
200 ml de agua templada
450 g de harina fuerte (con más gluten, se utiliza para hacer pan)
5 g de sal
45 g de azúcar
1 huevo pequeño (de unos 30 gramos sin cáscara), batido
45 g de mantequilla fundida

Método:

– Disolver la levadura de panadero seca en el agua templada. Esto llevará unos minutos y estará listo cuando salga espuma (a veces hay que revolver un poco con una cuchara hasta que quede un líquido cremoso).

– En un cuenco grande, mezclar la harina, la sal, el azúcar y el huevo batido. Hacer un agujero en el centro y añadir la mantequilla fundida y el líquido de la levadura. Mezclar bien con una cuchara o con las manos. Añadir un poquito más de agua templada si es necesario, hasta conseguir una masa fina y elástica.

– Depositar esta masa en una superficie de trabajo. Tenemos que amasarla intentando añadir el mínimo de harina, para que no se reseque. Lo mejor es hacer una montañita de harina e ir cubriendo de vez en cuando la base de la palma de la mano, que utilizaremos para extender y replegar la masa.

– Cuando tengamos una bola de masa fina y elástica (quiere decir que hemos activado bien el gluten), la dejamos reposar en un cuenco grande, cubierta (sin apretar) de papel transparente untado con un poquito de aceite. La masa debe doblar su tamaño, lo que, dependiendo de la temperatura ambiente, puede tardar más o menos, como mínimo una hora. También se puede dejar subir toda la noche en la nevera.

– Cuando la masa ha subido, cortamos porciones de unos 20 g cada una y, con las manos ligeramente enharinadas, hacemos bolas, que vamos depositando en un par de bandejas de horno que cubriremos con papel de hornear. Dejamos reposar estas bolitas hasta que hayan doblado su tamaño. Esto suele tardar media o una hora, según la temperatura ambiente.

– Cuando hayan subido, calentamos aceite vegetal en una sartén profunda (yo utilizo un wok chino) hasta 180ºC, que es la temperatura a la que se fríe. Si no tenéis termómetro de cocina, se puede comprobar si el aceite está listo sumergiendo el palo de una cuchara de madera, tienen que salir burbujas. La cantidad de aceite es más o menos la que cubriría una bolita.

– Cuando el aceite esté caliente, ir friendo las bolas de masa, durante uno o dos minutos, dándoles la vuelta con una espumadera. Cuando estén doradas, sacarlas y ponerlas en una fuente con papel de cocina para que se absorba el exceso de aceite.

– Con los donuts aún calientes, procederemos a rellenarlos. Para ello, podéis llenar varias bolsas de plástico pequeñas y limpias con diferentes mermeladas o la Nocilla. Les cortaremos la puntita con unas tijeras y las utilizaremos a modo de manga pastelera. Si preferís, en los supermercados suelen vender este tipo de bolsas especiales para manga pastelera, de forma triangular.

– Hacer un agujero en el lateral del donut con un palillo, sin llegar del todo al lado opuesto. Por este agujero, poner la puntita de la bolsa con la mermelada y presionar con cuidado para que salga (esto requiere algo de práctica, no os preocupéis si no os sale al primer intento). Después, pasar los donuts por una montaña de azúcar mezclado con una pizca de canela.

Apunte: si no queréis rellenar los donuts, también se pueden sumergir en chocolate fundido o simplemente rebozar con azúcar con un poco de canela.

‘Mousse’ de chocolate con especias

Mousse xocoEsta es una de mis recetas favoritas en este momento. Se trata de un mousse de chocolate tradicional pero con el intenso sabor añadido de especias y -el arma secreta- ¡chile picante! La combinación de cacao y picante funciona muy bien, como bien saben los mexicanos, en cuya gastronomía me inspiré para «inventar» este postre. Va genial para finalizar una comida mexicana o en cualquier momento, acompañado de nata montada y, si apetece, una galleta de mantequilla.

Ingredientes:

125 g de mantequilla
300 g de chocolate negro (70 %)
3 yemas de huevo
las claras de 10 huevos
100 g azúcar
225 ml de nata para montar.
1/4 cucharadita de canela
1/4 cucharadita de all spice o pimienta de Jamaica
1/4 cucharadita de chiles o pimientos picantes en polvo

Método:

– Fundir la mantequilla y el chocolate cortado a pedazos en un bol encajado encima de una olla con un poco de agua hirviendo, vigilando que el agua no toque la base del bol. Ponerlo a fuego lento y cubrir el bol con una tapa grande. Revolver de vez en cuando con una cuchara. Cuando esté todo fundido, revolver bien y dejar enfriar un poco, hasta que no queme.

Con una espátula, transferir esta mezcla a un cuenco más grande donde haya espacio para añadir el resto de los ingredientes.

– Añadir una a una las yemas de huevo, batiendo muy bien cada vez con una batidora de varillas. Añadir la canela, all spice y chiles y volver a batir bien.

– En otro cuenco, montar la nata hasta que esté esponjosa pero no demasiado sólida, y añadir cuidadosamente a la mezcla de chocolate.

– En un tercer bol, montar las claras con una pizca de sal hasta que estén a punto de nieve. Hacia el final del proceso, ir añadiendo el azúcar despacito, sin dejar de batir. Incorporar las claras montadas con el azúcar a la mezcla de chocolate muy cuidadosamente, con una cuchara de metal o una espátula.

– El mousse está hecho. Ahora, depositar la mezcla en un recipiente para servir o en moldes individuales y ponerlo en la nevera hasta que sea el momento de llevarlo a la mesa (mínimo un par de horas). A mí me gusta servirlo en tacitas de té o café.

¿Y qué hacemos con tantas yemas?: en esta receta nos habrán sobrado siete yemas, que se pueden emplear para hacer un delicioso bizcocho (que se puede congelar). Si tenemos menos yemas que nos hayan sobrado de otra receta, se pueden reducir las cantidades de los ingredientes.

Ingredientes:

6 o 7 yemas
cuatro cucharadas de agua caliente
200 g de azúcar
150 g de harina leudante
una pizca de sal
una cucharadita de extracto de vainilla
cuatro cucharadas de leche

Método:

– Untar con mantequilla un molde redondo desmontable de 20 cm de diámetro y forrar la base con papel de horno.

– Batir las yemas con el agua hasta que esté cremoso. Añadir gradualmente el azúcar y seguir batiendo con la batidora de varillas hasta que haya burbujas y todo esté muy bien mezclado. Agregar la vainilla y el pellizco de sal.

– Añadir la harina (tamizada con un colador) y la leche y revolver con una cuchara de metal o espátula hasta que esté todo bien mezclado. Si os parece que la masa queda muy líquida, lo que puede pasar si se nos va la mano con el agua o la leche o según las yemas, se puede añadir un poquito más de harina.

–  Pre-calentar el horno a 180ºC. Hornear durante unos 30 minutos. Para comprobar que el bizcocho este hecho, clavar un palillo, que tiene que salir seco.

Este bizcocho se puede comer tal cual o también se puede abrir por la mitad y rellenar con una capa de mermelada de fresa o frambuesa y nata montada. Espolvorear con azúcar glas.

¿Cómo separar claras y yemas?: hay gente que lo hace pasando el huevo de un lado a otro de su propia cáscara (después de cascarla) pero yo tengo una especie de cuchara de plástico con ranuras que atrapa la yema mientras que la clara se desliza hacia abajo (hay que colocar un recipiente debajo).

Mermelada de fresa

StrawberryjamHe hecho mermelada de fresa por primera vez y me ha gustado tanto que tengo previsto repetir lo antes posible. Aunque en las tiendas se puede encontrar mermelada de gran calidad, la hecha en casa tiene un sabor particularmente fresco, que alegra las tostadas del desayuno. En casa tenemos a menudo huéspedes y esta se está convirtiendo en su confitura favorita. Si bien la receta es muy sencilla y rápida, debo confesar que cometí un error por querer tomar un atajo (más abajo os lo explico). Pese a ello, el sabor quedó al punto.

Ingredientes (suficiente para cuatro tarros de 200 ml o más si son más pequeños):

– 2 kg de fresas maduras más bien pequeñas (tienen que estar maduras pero no tocadas)
– 1,8 kg azúcar especial para mermeladas (contiene pectina, para que cuaje)
– zumo de dos limones

Método:

– Quitar los tallos a las fresas (descartando las podridas o tocadas) y apartar diez de tamaño similar (pequeñas) y buena forma. Aplastar el resto como si hiciéramos puré (pero que queden trocitos).

– Depositar las fresas aplastadas en una olla grande de base sólida, añadir el azúcar y el zumo de limón. Llevarlo todo al punto de ebullición. Añadir entonces las fresas enteras. Si no tenéis termómetro de hacer conservas (no suelen ser muy caros), en este punto poner un par de platitos de café en el congelador (es necesario para comprobar después que la mermelada está hecha).

– Hervir la mermelada durante unos 15 minutos, revolviendo a menudo. Durante los últimos cinco minutos, ir comprobando cada minuto más o menos si se ha alcanzado el punto de cuajo. Cómo hacerlo: si tenéis un termómetro, allí os lo marcará. Si no, tendréis que coger el platito del congelador (a veces se necesita más de un intento, o sea varios platitos), poner una cucharadita de mermelada y volver a meterlo en el congelador un minuto para que se enfríe. Sacar el plato y presionar la mermelada con el dedo. Si empiezan a formarse unas arruguitas (como si la mermelada se encogiera), es que está hecha.

– La mermelada de fresa debería estar lista en no más de 15 minutos. Pasado ese tiempo, retirarla del fuego y con una cuchara revolver con cuidado para mezclar los residuos blancos o rosados que habrán quedado en la superficie (o quitarlos con una espumadera).

– Repartir la mermelada en tarros esterilizados. Ya veréis que aunque parezca bastante líquida, se solidificará (aunque la mermelada de fresa no es tan espesa como otras). Para esterilizar: tomar tarros de mermelada vacíos, lavarlos con agua caliente y jabón y secarlos. Precalentar el horno a 160ºC y poner los tarros 5 minutos a esa temperatura. Sacarlos, y cuando aún estén calientes, distribuir la mermelada.

Es posible que la primera vez que la hagáis no os quede al punto, en cuyo caso ¡hay que volver a intentarlo!

Lo que me pasó: me apetecía mucho hacer esta mermelada de fresas, pero solo tenía un paquete de azúcar con pectina. Pensé que si lo mezclaba con azúcar normal, no se notaría la diferencia. Pero sí. El azúcar convencional no consigue el mismo nivel de cuajo. El resultado fue una mermelada deliciosa, pero un pelín líquida.

 Otra cosa: con las recetas de mermelada, hay que adaptar el azúcar al gusto. Yo acostumbro a probar un poco al principio del proceso y si me parece que no está suficientemente dulce (pues esto depende de la fruta), añado un poco más.

Mermelada de naranjas amargas

Mermelada naranjaLos británicos la llaman Mermelada de naranjas de Sevilla (Seville orange marmalade), pues la fruta que se utiliza para hacer esta original confitura procede de los naranjos de la ciudad española. No es la fruta dulce que solemos comer, sino una variedad amarga que en España se tira y a la que los británicos se aficionaron durante la llamada Guerra Peninsular, a principios del siglo XIX (también descubrieron entonces el sherry o vino de Jerez). Ésta es la mermelada preferida en el Reino Unido y, en mi opinión, una joya en el mundo de las conservas. Por su sabor único y fascinante color ámbar, hace tiempo que quería hacerla y este año por fin me decidí. Tras un fracaso estrepitoso (abajo os lo cuento), a la segunda me salió (y está buenísima). En la foto podéis ver unos crumpets ingleses con mantequilla salada y mermelada de naranjas amargas.

Ingredientes:

1 kg de naranjas amargas de Sevilla
75 ml zumo de limón
2,2 kg azúcar demerara (moreno)

Método:

– Lavar las naranjas, quitar el rabito verde de arriba y cortarlas por la mitad. Exprimir el jugo y reservarlo.

– Con una cuchara, extraer las pepitas y los restos de la piel interior blanca y ponerlos en un cuadrado de tela de muselina (una tela transpirable), que ataréis con un cordel como si fuera un paquetito (de ahí saldrá la pectina que hará que la mermelada cuaje). Con un cuchillo afilado, cortar ahora la piel de las naranjas en tiritas más finas o más gruesas, a vuestro gusto. La gracia de esta mermelada es que se encuentran trocitos de piel.

– Poner los trozos de piel y el paquete con las pepitas en un bol grande junto con el zumo de las naranjas. Añadir 2,5 litros de agua y dejar reposar toda la noche o hasta 24 horas. Esto se hace para que la piel se ablande un poco.

– Ponerlo todo en una gran olla donde haremos la mermelada. LLevarlo al punto de ebullición y después bajar el fuego para que hierva suavemente, parcialmente cubierto y revolviendo de vez en cuando, durante unas 2 o 2,15 horas, hasta que la piel de las naranjas esté bastante ablandada. El contenido de la olla se habrá reducido aproximadamente un tercio. Tras este proceso, sacar el paquete con las pepitas, no sin antes escurrirlo (con las manos o con unas pinzas) para extraer el liquido espeso que se desprende.

– Ahora, añadir el azúcar y el zumo de limón a la olla y revolverlo todo a fuego suave hasta que el azúcar se haya disuelto. Después subir el fuego y hacer que hierva a fuego fuerte. El contenido de la olla deberá hervir así, muy fuerte, hasta que la mermelada llegue al punto de cuajo, unos 20 o 25 minutos. Si tenéis un termómetro de cocina, éste deberá marcar unos 104ºC. Si no tenéis, tendréis que hacerlo a ojo, con este par de trucos:

1- poned un par de platitos en el congelador. Cuando creáis que la mermelada está lista (que ha llegado al punto de coagulación), depositar una cucharada en uno de los platitos fríos. Al cabo de unos segundos, al enfriarse un poco, el líquido de la mermelada debe convertirse en una especie de ligera gelatina, que suele arrugarse al tocarla con el dedo.

2- Guiaros también por el aspecto de la mermelada: cuando está hirviendo en la olla, coger una cucharada y dejarla caer de nuevo, la textura debe ser la de un líquido espeso, tipo jarabe*. Cuidado que no os llegue al punto de caramelo (más espeso y más oscuro).

– Cuando la mermelada esté a punto, sacarla del fuego y dejarla enfriar unos 10 minutos, tras lo cual tenéis que revolver con cuidado para dispersar la espuma blanca que se forma.

– Mientras la mermelada se está enfriando, esterilizar los tarros (yo los voy acumulando de otros productos comprados en el supermercado): lavar los tarros con agua caliente y jabón y secarlos bien. Precalentar el horno a unos 160ºC y poner los tarros limpios durante 5 minutos. Sacadlos del horno y dejadlos enfriar solo un poco.

– Cuando los tarros están más templados, repartir en ellos la mermelada hasta casi el borde y cerrarlos bien. Ya tenéis la mermelada, guardarla en un lugar fresco y seco y debería conservarse durante al menos un año (y más).

*El desastre naranja: Os decía que la primera vez que intenté hacer esta mermelada, hace un par de semanas, fue un total y absoluto desastre. El problema fue que no estaba segura de si había alcanzado el punto de cuajo (no tenía termómetro) y dejé hervir a fuego fuerte la mermelada hasta que el contenido de la olla se convirtió en un caramelo gigante, con la cuchara de madera clavada en medio. Tim me vio tan desesperada que me ayudó a lavar los cacharros, ¡y os aseguro que no era tarea fácil!

La siguiente semana lo volví a intentar: esta vez me compré un termómetro (unas 9 libras) y con esa referencia y el truco del platito, acerté en el punto de cuajo. Esta vez aparté la mermelada del fuego en el momento justo y todo salió bien. Alcanzar ese punto es la clave del éxito de hacer esta conserva, y no debería llevaros más de 20 o 25 minutos de ebullición. ¡Buena suerte!

‘Cake’ de prunas y dátiles

Prune and date cakeEste es un pastel de estilo muy inglés que se hace en molde alargado y que, bien conservado en un recipiente hermético, dura mucho e incluso mejora con el tiempo. La receta es de Delia Smith, una de las primeras cocineras televisivas del Reino Unido y aún referencia indispensable en el panorama culinario. Los británicos tienen una larga tradición de elaborar pasteles con frutas secas o en conserva y este es un perfecto ejemplo, con una particularidad que, en mi opinión, lo hace especialmente delicioso: el uso de leche condensada. Jugoso, tierno y caramelizado, os recomiendo este ‘cake’ para la merienda, incluso si habitualmente no os entusiasma la fruta.

Ingredientes:

175 g de prunas (ciruelas secas) sin hueso, cortadas a trozos
225 g de dátiles sin hueso, cortados a trozos
110 g pasas
110 g grosellas secas
275 g de mantequilla
400 g de leche condensada
150 g harina
150 g harina integral
un pellizco de sal
3/4 de cucharada de bicarbonato
1 cucharada de mermelada de naranja (opcional)
2 cucharadas de mermelada de albaricoque (para el acabado)

Método:

– Poner toda la fruta en una olla más bien grande. Añadir la mantequilla, la leche condensada y 275 ml de agua. Llevarlo hasta la ebullición revolviendo a menudo con una cuchara de madera para que la mezcla no se pegue. Cuando hierva, bajar el fuego y dejarlo cocer todo a fuego lento unos 3 minutos, revolviendo de vez en cuando.

– Transferir la mezcla a un bol grande y dejarla enfriar durante una media hora. Mientras se enfría, en otro cuenco tamizar las harinas con la sal y el bicarbonato.

– Cuando la combinación de frutas se haya enfriado, incorporar la harina, sal y el bicarbonato y revolver bien -mejor con una cuchara grande de metal-. Agregar la mermelada y volver a revolver.

– Untar con mantequilla y forrar con papel de horno la base de un molde alargado con capacidad para unos 900 g. Con una cuchara, verter y repartir bien la masa. Para evitar que se tueste demasiado al hornearla, cubrir la parte de arriba con una doble capa de papel de horno, con un agujero del tamaño de una moneda en el medio.

– Precalentar el horno a 170ºC. Cuando alcance esta temperatura, meter el molde con el pastel, cubierto con el papel de horno, en el estante del medio y cocer de 1,50 h a 2 horas (o incluso algo más, dependiendo del horno). De todas formas, cuando haya pasado una hora y 50 minutos, comprobar si el cake está hecho: si se pincha con un palillo, este debe salir seco, mientras que el centro del pastel debe «rebotar» si se presiona con el dedo.

– Una vez fuera del horno, dejarlo enfriar en el mismo molde durante unos 10 minutos. Después, desmoldarlo (pelando la base de papel de horno) y depositarlo encima de una rejilla para que se airee por arriba y por abajo.

– Cuando el pastel esté frío, calentar con cuidado la mermelada de albaricoque en un cazo pequeño con una cucharada de agua, hasta que quede bastante líquida. Si queréis, colarla en un colador para descartar los trozos de fruta. Con una brocha, pintar el pastel con la mermelada para que quede brillante y apetitoso. Listo para servir con un té o un café.

¿Sabías que…? En español, solemos llamar a los pasteles de fruta típicos ingleses plum cake, aunque en realidad plum solo significa ciruela. Un nombre general más apropiado sería fruit cake (pastel de fruta).

Sobre Delia Smith: pese a la competencia de chefs más jóvenes y dinámicos, Delia Smith, de 72 años y con aspecto de ama de casa práctica y sensata, continúa siendo la cocinera televisiva británica que más libros ha vendido, con más de 21 millones de copias. Además de sus volúmenes de recetas  y de sus series para la televisión, Delia es famosa por ser accionista del club de fútbol Norwich City FC.

Té con scones (Cream tea)

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Té con "scones" (Cream tea) El Cream tea es mi merienda inglesa preferida, deliciosa y fácil de preparar. Sería lo que entendemos por «el té de las cinco», aunque hoy en día nadie cumpla ese ritual (¡excepto quizás la reina!) salvo en días libres o en vacaciones.

Se trata de té inglés con o sin leche y unos pastelitos llamados scones que se rellenan con mermelada y nata o mantequilla. Los scones son rápidos de hacer e ideales si queréis sorprender a vuestros amigos. Todas las recetas que tengo utilizan una harina que incorpora ya la levadura (self-raising flour) y que ahora se empieza a comercializar en España (ver Harimsa y Gallo), pero más abajo os doy una alternativa por si no la encontráis. En cuanto al té… El genial escritor George Orwell publicó todo un ensayo sobre cómo preparar la taza perfecta, pero yo optaré por la vía rápida.

Para los scones (salen de 8 a 10):

225 g de harina leudante (con levadura incorporada) (*)
1 cucharadita de café de levadura química (tipo Royal)
un pellizquito de sal
50 g de mantequilla a dados
50 g de azúcar molido
150 ml de leche
algo más de leche para pintar los scones

Método:

1- Tamizar la harina, la levadura y la sal en un bol grande (yo utilizo un colador grande para tamizar).

2- Usando las puntas de los dedos, frotar los dados de mantequilla con la harina hasta conseguir una textura similar al serrín o el pan rallado. Incorporar el azúcar y mezclarlo con una cuchara de metal o madera.

2- Verter la leche poco a poco e irla mezclando con un cuchillo sin sierra hasta conseguir una masa suave y algo húmeda. Hacer una bola con esta masa y volcarla sobre una superficie en la que hemos espolvoreado harina.

3- La amasamos suavemente hasta que esté más sólida y más o menos desaparezcan las grietas. Si la masa nos ha quedado muy húmeda, tal vez necesitemos espolvorearla con un poco más de harina (sin pasarnos, tampoco conviene que quede muy seca).

4- Con un rodillo o con las palmas de las manos, aplastamos la masa hasta que tenga un grosor de unos 2 cm. Ahora, con un cortador de galletas de unos 6 cm de diámetro (de borde liso u ondulado), hacemos círculos hasta utilizar toda la masa. (Si no tenéis cortador de galletas, podéis utilizar la boca de un vaso, pero no quedan tan bonitos).

5- Precalentar el horno a 220ºC. Untar una bandeja plana con un poco de mantequilla. Colocar los scones sobre la bandeja, que no queden muy juntos. Con una brocha (o, si no tenéis, con el dedo), pintarlos con un poquito de leche por encima. Cuando el horno esté a la temperatura adecuada, ponerlos dentro y dejarlos de 10 a 12 minutos, hasta que hayan subido y estén  dorados.

6- Los sacamos del horno y, tras un par de minutos de reposo en la bandeja, los retiramos con cuidado y los ponemos a enfriar en la encimera sobre una rejilla metálica (como por ejemplo el «grill» de una bandeja, para que el aire pueda circular también por abajo).

7- Los scones son buenos tanto templados como fríos. Cuando queráis servirlos, los cortáis por la mitad y los untáis con mantequilla y mermelada de fresa o frambuesa o, mucho mejor, con una capa de mermelada y otra de nata montada sin azúcar. Mmmmmh… ¡Se me hace la boca agua!

(*) Si no tenéis harina con levadura incorporada, sustituirla por harina normal con dos cucharaditas de café (en total) colmadas de levadura.

¿Sabías que…?: el Cream tea más auténtico se elabora no con mantequilla o nata montada sino con clotted cream, una nata especial que se elabora en los condados de Devon y Cornualles. Lo que hacen es calentar leche entera al baño María en unos recipientes especiales y luego la dejan enfriar. Lo que al final queda es la nata o crema propia de la leche solidificada. Es este producto, a medio camino entre la nata y la mantequilla, el que se extiende sobre los scones.

Y ahora el té (para unas cuatro personas):

No a todo el mundo le gusta el té y siempre podéis sustituirlo por café o infusiones, aunque entonces ya no será tan English y ¡técnicamente tampoco será un Cream tea! Yo, después de una década en Londres, soy adicta al té inglés y me tomo varias tazas al día, va fenomenal para contrarrestar el frío del invierno.

Si os animáis con el té, necesitáis té negro de hoja o en bolsitas, tipo English Breakfast o, si lo preferís más aromático, Earl Grey (dicen que es el favorito de Isabel II, yo prefiero el otro).

1- Ponéis en una tetera de servir (no de las que se ponen sobre el fogón) unas tres cucharaditas de café de té de hoja o tres bolsitas de té, según el tamaño de la tetera. Hay un dicho en inglés que dice que se pone una cucharadita por persona y otra más para la tetera (one for each person and one for the pot), pero para mi gusto así el té sale demasiado fuerte.

2- Hervir agua en un cazo, una tetera de las que se ponen en el fogón o una tetera eléctrica (sirve para hervir agua y la tienen todos los británicos).

3- Cuando el agua ha hervido, verterla en la tetera donde está el té hasta un poquito más abajo del borde superior. Dejarlo reposar unos tres minutos. Los ingleses tapan la tetera con una funda (tea cosy) para que no se enfríe (las de lana son muy graciosas).

4- Poner aproximadamente un dedo de leche en cada una de las tazas. Verter el té (si la tetera no tiene un colador interno, tendréis que colarlo según cae a la taza). Añadir más leche o más té al gusto.

Sorbito de té, bocadito de scone… Solo os falta poner Rule Britannia en el Ipod y es como si estuvierais en Buckingham Palace.